Mercat Central de València
Hacia finales del siglo XIX este mercado es claramente insuficiente para la ciudad de Valencia. En 1910, el Ayuntamiento de Valencia elige el proyecto de los arquitectos Alejandro Soler March y Francisco Guardia Vial para la construcciĂłn del nuevo mercado. Ambos se habĂan formado en la Escuela de Arquitectura de Barcelona y habĂan trabajado en el equipo de colaboradores de Luis DomĂ©nech Montaner, arquitecto que se caracterizĂł por un estilo propio dentro de las lĂneas del Modernismo.
Alfonso XIII protagonizó el acto protocolario con que se iniciaron los derribos. El 24 de octubre de 1910, con una piqueta de plata dio varios golpes en el muro del número 24 de la plaza del Mercado. Finalmente, el 23 de enero de 1928, se inauguró el actual edificio del Mercat Central de València.
La espectacularidad del Mercat Central de València es innegable. Se trata de una de las edificaciones más atractivas y visitadas de la ciudad de Valencia. Su arquitectura no rompe la estĂ©tica de la plaza, donde se integra a la perfecciĂłn con otros dos importantes monumentos: la Lonja de la Seda y la Iglesia de los Santos Juanes. Es, indudablemente, el edificio más representativo de la Valencia que a principios del siglo XX avanza hacia el progreso tecnolĂłgico y mercantil y se siente orgullosa del potencial agrĂcola de su huerta. Esta apuesta por el progreso y por la producciĂłn agrĂcola se reflejan en de la estructura modernista del mercado y de la ornamentaciĂłn alegĂłrica que observamos en su interior.
Las cĂşpulas, de hierro, cristal y cerámica (la central, alcanza 30 metros de altura) y las veletas que las coronan – la de la cotorra y la del pez – se integran a una panorámica paisajĂstica de torreones y campanarios eminentemente valenciana.
La distribuciĂłn del interior es racionalista, de manera que los puestos se sitĂşan a lo largo de una serie de calles rectilĂneas atravesadas por dos anchas vĂas. Se concibiĂł para 959 puestos, destinados en la zona general a tiendas altas cerradas para carnicerĂa, tocinerĂa, ultramarinos y quincalla; tiendas bajas para venta de patatas, legumbres, verduras, frutas y gallina; tiendas altas abiertas para venta de pan, volaterĂa, carne y caza; y, en la pescaderĂa, tiendas altas para venta de salazones y despojos, y tiendas bajas para pescado.
Los dos pabellones que flanquean el acceso principal están construidos enteramente en ladrillo visto, con aplicaciones de piedra y de cerámica decorada; mientras que el cuerpo anexionado de Tenencia de AlcaldĂa sigue la construcciĂłn de influencia novecentista y queda rematado por torretas coronadas por pequeñas cĂşpulas semiesfĂ©ricas.
Ya se han celebrado 100 años desde la colocaciĂłn de la primera piedra y 90 desde el primer dĂa que se abriĂł al pĂşblico. No hay expresiĂłn mejor para transmitir lo que es el Mercat Central de València en la actualidad. Un sagrado templo donde los catedráticos de los productos frescos reciben y transmiten la sabidurĂa de lo más sustancial, nuestra alimentaciĂłn. La luz mágica que entra desde su cĂşpula y sus vidrieras, el susurro permanente que acaricia los oĂdos, la explosiĂłn de colores y de aromas, el gusto al final de los sabores clásicos y eternos, mezclados con los más sorprendentes. Un autĂ©ntico parque temático de la gastronomĂa.
Como todos los mercados municipales, es también un elemento fundamental vertebrador de la ciudad y sus barrios. Con su actividad comercial, posibilita de manera natural la cohesión y el intercambio social, incluso a nivel intercultural e intergeneracional, de una forma mucho más espontánea y eficiente que cualquier otra iniciativa. En los mercados no solo se compra y se vende, se degusta, se habla de todo y se vive también nuestra historia y nuestra identidad.
Como organismo vivo que es, ha necesitado reinventarse continuamente para llegar a este aniversario de su construcciĂłn con una excelente salud. Hay que aprovechar las nuevas tecnologĂas de informaciĂłn y de la comunicaciĂłn (en las que siempre fuimos pioneros) para ofrecer venta on line, repartos por toda Europa, consignas gratuitas, etc., a la vez que se completa la oferta y los servicios del edificio, mejorando el espacio y ampliando la experiencia de compra con cultura, mĂşsica, arte, literatura y cocina, mucha cocina.
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